miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ciudades Humanas

La ciudad recién desposada
con ese vestido blanco de niebla suicida.
Toda la ciudad en mis oídos.
Escucho el amargo augurio del viento
persignándose.
Las luces pasajeras  acusan 
al vago que se cubre sus vergüenzas.
Toda la ciudad en mis ojos
cuando caben avenidas enteras,
asaltos de palabra,
confesiones de edificios psicópatas.
Tanta calle que va hacia a ningún lado,
tanta muerte que dobla las esquinas.

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