sábado, 31 de enero de 2015

Diario de la casualidad de casi llamarse Jeff

Here are two Jeff. Pick one.
R.S 


Me acuesto. Me dibujo esa sonrisa que tanto te gustaba
                            ¿te acordás?
Sólo que ahora es más leve y tiembla como un pájaro
que acaba de caerse del nido. Está bien, no es una sonrisa,
es una canción como esas que ponen cuando muere
                          alguien importante
sólo que no es el caso

Me toco. Me llevo los ojos al asco.
                   
                     (Nunca tendrás a quién regalar un pájaro)


Me levanto de nuevo, doy dos vueltas a la misma cuadra
                ¿Qué era el sentido?
El sentido era cuando arrancábamos los labios del amor

Ni siquiera es de noche. No puedo usar la excusa
         del dolor de corazón, etcétera.
El cuerpo, el maldito cuerpo tiene la energía
                                                                  de un sol de maratón
Nada. Quiero decirte algo.
Aquí hay dos Jeff, amor. Elegí uno.

Este de acá es el  que escribe los poemas que leías
cuando los leías de pura congoja. 
Tiene las venas calientes, 
como cuando decís
                   no quiero más problemas con vos.

Este otro Jeff es un nene de 5 años
que no sabe pedir perdón nunca
y trata de compararse con el pajarito que abaca de caerse del nido.

Me vengo cayendo, amor. 
Nadie me enseñó a volar con la herida abierta.

El frío es el amor dejando el cuerpo. Aquí están los dos Jeff.
Elegí uno.

sábado, 10 de enero de 2015

Prelude (draft)

Debe decirse del destino que atrae las más absurdas interpretaciones. El hombre viene y va, y todo lo que es  si es que ser es ponerse pantalones y salir a la calle    podría encasillarse en un subjetivismo místico o en planas nimiedades. La historia del hombre es la de la casualidad.

Se imaginará el lector recorriendo las calles ventosas de su ciudad natal o de cualquier otra que le convenga  siempre que sea ventosa  . Lo importante es la calle, como decir gente haciendo gente bajo el viento. Imaginemos  (me incluyo ahora en la aventura porque sino ¿qué haría mientras tanto?) que salimos así de prisa y los zapatos van como rodando en busca de otros zapatos. El hombre, ante todo, fue concebido para buscar.
Digamos que hemos recorrido dos kilómetros en busca del amor o de un buen libro, lo que venga primero. Entramos  porque hay que entrar en algún lugar  a una librería inmensa, como decir la mente de cualquier gran filósofo. Los pasillos recién limpios, todo brilla en el corazón del hombre cuando busca un amor o un libro. Nos adentramos en el último pasillo como quién guardó una pequeña esperanza en su bolsillo alguna vez  y ahora recuerda finalmente dónde la tuvo todo este tiempo y la saca felizmente y se sonríe.
Cuando uno está a punto de encontrar algo precioso, el mundo se va creando y destruyendo mágicamente al ritmo de los pasos. Delante del último estante del último pasillo de la librería está una gran mesa servida para dos. Digamos que estamos agotados de caminar o de buscar el amor o el libro   y decidimos sentarnos a la mesa, a pesar de la magia y el corazón.
La historia del hombre es la de la casualidad, no se nos vaya a olvidar. Sin haberlo notado, mientras pensábamos en la magia, y en el corazón, y en la esperanza que esperaba en el bolsillo, la persona más hermosa del mundo se acercó a nuestra mesa y se sentó en la silla frente a nosotros. Consigo trae el mejor de los libros que la historia humana haya percibido y la sonrisa definitiva del amor.

Volvemos a nosotros mismos (¿cómo no?): hay, sobretodo, algo que buscar. Amor o libro, la respuesta del hombre, todo su ser en la misma mesa ¿y ahora?

Volvemos al singular, querido lector, la elección es, de aquí en adelante, completamente suya. Si la persona o el libro pudieran hablarle en este momento, sin duda, le dirían que quién elige un camino elige una única manera de matar o de morirse  lo que venga primero  y, personalmente, yo prefiero bajarme acá.

Suerte.