Y morir solo un poco
con hambre en las vértebras
con todos los caminos enarbolados
hacia vos
y morir bastante
acurrucando una soledad de veinte años
un velo inevitablemente negro
que se postra sobre todo
y caer despacio en la razón
de estas cuatro paredes
en la celda de una oración sin sustantivo
de una sangre contagiosa derramándose
en el alguna parte
y morir sin remedio alguno
sin tiempo de pensar en dioses cotidianos
sin piel que palpe una caricia enterrada
un antojo profundísimo de brazos abrazados
morir simplemente muriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario